
Teatro
Opinión: El curioso incidente del perro a medianoche
Fui al Teatro La Plaza no solo para conocer quién es el responsable del curioso incidente del perro a medianoche, sino para apreciar el trabajo de la directora, Nishme Súmar, que apostó por poner en cartelera una historia que da luz al autismo con humor y encanto.
Conocí a Cristóbal y su mundo me cautivó. Él percibe todo de manera distinta y se fija en esos detalles que otros no ven. Lo observé de lejos y me percaté de la sinceridad que refleja en cada acto y palabra, él no miente y justamente por eso no le gustan las metáforas ni las novelas, porque no comprende el "sentido figurado".
Cierta noche, Cristóbal ve al perro de su vecina muerto con un trinche clavado en el pecho. Su astucia y persistencia lo llevan a asumir un rol detectivesco que lo hace dilucidar al culpable junto con otras revelaciones familiares que lo alejan del confort hogareño.
Cristóbal es literal, hiperactivo, pregunta todo lo que no le cuadra y a la vez tiene una mente brillante que muchos neurotípicos (los que no tenemos esa condición) envidiarían. Se enloquece con los ruidos y el contacto físico, pero puede transmitir su amor completo a través de sus escritos, su mirada o con solo tocar la palma de quien realmente estima.
Emanuel Soriano es quien da vida a este personaje, adoptando una entonación y lenguaje corporal que hace creer que tenemos en frente a una persona con esta peculiaridad. A Emanuel le creí todo, porque no hay mejor manera de representar ese guion.
Hoy todos los espectadores aplaudimos de pie, y estoy segura que así son todas las noches. Se merecen todos lo halagos por ser capaces de atraparnos, conmovernos y dejarnos reflexionar sobre lo poco o nada empáticos que podemos ser con los Cristóbal que se nos cruzan.
Nicolle Salinas Viggio
